Las letrinas
de Luis Manuel Celorio Peinado director del Museo Casa del Agua26/10/2023
El pediluvio, o baño de pies
La evacuación de las aguas residuales que se originan en el interior de las casas como consecuencia de los usos domésticos e higiénicos y los detritus humanos, se resolvía en el mejor de los casos, con la imprescindible instalación de la letrina.
La palabra letrina, es de origen romano, latrina, y procede de la contracción de lavatrina, que designaba la habitación de la vivienda que servía para lavarse y evacuar.
Los romanos construyeron letrinas públicas colectivas, igual que instalaciones termales y fuentes, gracias a las avanzadas infraestructuras urbanas de abastecimiento de agua y alcantarillado.
Letrina de alfarería del siglo XX, colección Museo Casa del Agua.
Las letrinas, también llamadas, retretes (del latín retrahere), por estar situada en un rincón discreto o retirado, también se denominaban como secretas, en alusión a su carácter íntimo y necesarias por la obligada necesidad fisiológica y cotidiana del organismo.
La letrina privada, será una de las características más peculiares de las viviendas islámicas medievales y un indicador de la importancia que poseía la privacidad y la higiene para esta civilización.
Peligros de Madrid, Perfumes nocturnos, ilustración del Semanario Pintoresco Español.1887, Biblioteca Nacional.
Habitualmente estaban situadas próximas al patio, entre otras razones, por su uso comunitario, la necesidad de ventilación y la cercanía al aprovechamiento de otras aguas sucias, ya fueran de fregar, o lavar y las del propio pozo, con el que se baldeaban, los desechos orgánicos hacia el pequeño canal de comunicación con el cercano pozo negro o alcantarilla si la hubiera.
La letrina era un pequeño habitáculo, que disponía de una puerta para su privacidad y consistía habitualmente en un asiento de obra o poyete, con una abertura o agujero, habitualmente formado por un lebrillo, o macetón con el fondo recortado, que a su vez estaba conectado a un bajante o desague.
En Córdoba, sobre todo en La Medina funcionaba aún, gran parte de la vieja infraestructura de servicios higiénicos de origen romano, es decir, un sistema de cloacas o red general de alcantarillado, desde el vertedero particular o colectivo que permitía evacuar los residuos fecales, conectando con la alcantarilla mayor, o cloaca máxima, por donde a su vez se vertían al río.
Antiguo rotulo de prohibición municipal en un callejón de Sepúlveda (Segovia) España.
A partir del siglo VII se produce un deterioro importante del sistema de evacuación de época romana y comienza a denominarse al sistema que permanece, de forma cada vez más residual a principios del siglo XX, con el término despectivo de Madres viejas, por tanto, al no disponer la población de estos recursos de saneamiento, solo queda como alternativa el uso de los pozos negros, que no todas las casas tenían, y que el Ayuntamiento vaciaba cuando estaban colmatados, por tanto, pese a las prohibiciones reglamentarias, en la práctica muchos vecinos vertían directamente las aguas fecales a la calle, a la que también van a parar los restos de otras actividades artesanales o comerciales.
la ciudad de Córdoba comenzó las obras de la red de alcantarillado moderno a partir de 1927, construcción que terminaría seis años más tarde.
Construcción del Colector Central de Córdoba en 1927. Situado en la Plaza de Colón.
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